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La historia del Premio Ciudad de Alcañiz sobre el trazado del Circuito Guadalope se remonta hasta el ahora lejano 1965. El médico destinado a esta localidad turolense, capital del Bajo Aragón, el doctor Joaquín Repolles, ideó un trazado a lo largo de las carreteras circundantes al núcleo urbano de la ciudad. Asesorado y ayudado por Pelayo Martínez, presidente del Moto Club de Aragón y delegado del RACE, y el Moto Club Turolense, Repolles y su equipo organizaron la “I Prueba Automovilística Virgen de los Pueyos – Trofeo olcase” a disputar el 11 de septiembre de 1965, como un acto más de las fiestas patronales.

Para esquivar el problema reglamentario se ideó una prueba de Regularidad, pero con una media para los participantes tan alta, que convertía el evento en una carrera de Velocidad. La expectación en Alcañiz y alrededores fue máxima, y si bien la lista de inscritos fue escueta, un espectáculo digno y nunca visto, plantó la semilla del automovilismo en el Bajo Aragón. El amigo y asesor de la organización, Pelayo Martínez “Favila” fue el encargado de inaugurar el palmares de la prueba, son su victoria a bordo de su SEAT Nardi 1000 GT.

En los años venideros la afición aumentó, el tesón de la organización (ACCG a partir de Mayo de 1966) se multiplicó, y la calidad y cantidad de participantes se disparó. Si bien las primeras voces discordantes con la prueba comenzaron a alzarse ya por mediados de los años 70: instituciones públicas, organizadores, y ciudadanos reforzaron aún más su ímpetu e implicación para mejorar año tras año las medidas de seguridad del trazado y la organización de todo el evento.

De unos primeros años, donde las alpacas de paja y algún neumático eran toda la seguridad disponible, se pasó a un circuito totalmente cerrado por líneas de guardarraíl de hasta tres alturas, pilas de neumáticos, bidones de agua, chicanes de hormigón, etc.

En total, los voluntarios del ACCG llegaron a mover más de 670 toneladas de material que se montaban y desmontaban para la celebración de la prueba cada año. Pese a ello, la polémica por la seguridad y peligrosidad del trazado nunca se disipó y durante los años 90 tras boicots y desplantes tanto de pilotos y equipos de nivel nacional, como desacuerdos con la Federación Española, el Premio Ciudad de Alcañiz acabó perdiendo su puntualidad para los principales campeonatos de España.

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Esto derivó en menos interés por parte de las marcas publicitarias, menos minutos de televisión, menos impacto económico en la localidad, y por lo tanto mucho menos apoyo para los organizadores, que con unas instituciones con la mirada puesta ya en el futuro proyecto de La Ciudad del Motor a las afueras de la localidad (actual Motorland Aragón), solo pudieron alargar la vida de la prueba urbana unas pocas ediciones más.

Tras unos años donde la prueba se apoyó en carreras de carácter regional y pruebas especiales diseñadas para la ocasión, el XXXVII Premio Ciudad de Alcañiz de 2003 fue la conclusión de la historia activa del Circuito Guadalope.

Carlos Sáinz ganó la manga que disputó de la Copa Nacional Renault en los albores de su carrera deportiva. Juan Fernández se peleó con pilotos de Formula 1 como Alex Soler Roig, o príncipes como Jorge de Bagration, o Fernando de Baviera a lomos de los Sport Prototipos más potentes y avanzados de finales de los 60.

Durante esas 37 ediciones de las popularmente conocidas como “Carreras de Alcañiz”, por el trazado turolense pasaron más de 1500 pilotos, todas las copas monarca disputadas en España (salvo las de fórmulas), los principales Campeonato de España de Velocidad en Circuito y casi la totalidad de figuras tanto organizativas, como deportivas que hicieron grande el automovilismo español.

Los principales pilotos de Turismos de los 80 y 90 en Circuito se tuvieron que medir con grandes campeones provenientes de los Rallys y la Montaña en las recordadas carreras donde podías ver liderando a un rey de la Montaña como Juan Fernández, seguido de Chus Puras, o un “CET”, donde podías ver a Pep Bassas, Iñaki Goiburu, o Guillermo Barreras poniendo en apuros a ases de los Circuitos como Antonio Albacete, Luis Villamil o Fabrizio Giovanardi. Todos ellos, y ellas, a lomos de las más avanzadas máquinas de su momento, tanto de Rally como de Circuito. Si bien en las primeras ediciones del “PCA” estuvieron dominadas por los Sport-Prototipos, en su mayoría Porsche (Carrera 6, 908 Spyder, 910, o 917-K). Ya a principio de los años 70 el protagonismo en Alcañiz derivó a los Turismos, primero liderados por los de producción nacional y más tarde por las avanzadas maquinas de esta categoría del automovilismo, tales como: BMW M3 E30, Ford Sierra Cosworth, Alfa Romeo 155, y los posteriores superturismos.

Pero si algo recuerdan los miles de aficionados que durante casi cuatro décadas se desplazaron hasta Alcañiz el fin de semana de carreras (se llegaron a contabilizar hasta más de 40 mil asistentes en algunas ediciones) son las reñidas y divertidas carreras de las copas monomarca.

Más de una decena de estos campeonatos tuvieron meetings puntuables en el Circuito Guadalope, comenzando por la que abrió camino, la Copa Nacional Renault, con el R8 TS en 1969, y acabando con la Saxo Cup en 1999. Estos coches y sus pilotos, la inmensa mayoría amateurs, son la base de participantes y vehículos que hemos recibido.

En Alcañiz TVE llegó a retransmitir estas pruebas con sus diferentes clasificatorias y finales en directo o diferido, algo nada habitual en el resto de meetings, y que junto a las carreras del CET, llegaron por la televisión a miles de espectadores elevando el Premio Ciudad de Alcañiz a ser un evento carismático y ampliamente recordado a lo largo de toda la geografía española. Probablemente, la prueba más carismática y esperada del calendario para los aficionados durante todo el año deportivo.

Casi cuatro décadas de historia de un evento que marco a varias generaciones de alcañizanos y personas de toda España, que es el orgullo de muchos, y la añoranza de otros tantos, y que por lo tanto el Real Automóvil Club Circuito Guadalope continúa honrando y homenajeando con actos como los del 50ª Aniversario de 2015, con constantes actos y recuerdos, ya sean en forma de paneles fotográficos, exposiciones temporales o incluso conservando un tramo de guardarraíl original junto al ajedrezado de la línea de meta. Un legado vivo, por sus gentes, y por el propio trazado del circuito, el cual aún se conserva casi inalterado a través de las calles de Alcañiz, y que invitamos a todos los visitantes y aficionados a recorrer y visitar. ¡¡QUE VIVAN LAS CARRERAS!!



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